Dios es fiel: "Santos, mas allá de nuestras fuerzas"
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Que Dios mismo, el Dios de paz, los santifique por completo, y conserve todo su ser—espíritu, alma y cuerpo—irreprochable para la venida de nuestro Señor Jesucristo.
El que los llama es fiel, y así lo hará.
INTRO
INTRO
Una de las cosas en las que hemos estado involucrados y trabajando mucho en estos 37 años es que cada uno de aquellos que cree en Jesucristo pueda llegar a ser como él.
Y la verdad que al hablar de ser como Cristo nos invade quizas un sentimiento de frustración y desanimo, porque justamente estamos hablando de una perfección inalcanzable para nuestra fuerzas humanas.
De este modo, todos llegaremos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a una humanidad perfecta que se conforme a la plena estatura de Cristo.
Pero lo que he podido descubrir en tantos años de creyente y pastor, es que en realidad el problema está en el enfoque.
Contra mas nos enfocamos en ser perfectos como Cristo, menos lo podemos ser. Nuestro enfoque entonces tendría que ser estar con Cristo.
Veamos lo que dice el texto.
SANTIDAD COMPLETA
SANTIDAD COMPLETA
Que Dios mismo, el Dios de paz, los santifique por completo, y conserve todo su ser—espíritu, alma y cuerpo—irreprochable para la venida de nuestro Señor Jesucristo.
¿Que significa ser santo? ¿Quienes pueden ser santos? ¿Quienes pueden ser irreprochables?
( hagiazō ) quiere decir “apartar”, “separar” del pecado a la santidad.
Irreprochable: Que no tiene defecto o tacha que merezca reproche.
El concepto de la santificación, separar las cosas para Dios, es uno de los más antiguos en las Escrituras.
Dios bendijo el séptimo día, y lo santificó, porque en ese día descansó de toda su obra creadora.
Dios santificó el séptimo día y descansó de su obra creadora.
Job solía ofrecer holocaustos a Dios y santificaba a sus hijos.
En el éxodo, Dios apartó al primogénito de su pueblo y sus animales para su uso (Éx. 13:1-2).
Justo antes de darle los Diez Mandamientos a Moisés, Dios separó a Israel para ser una nación santa (Éx. 19:5–6; cp. Ez. 37:28)
Hay tres elementos básicos para definir la santificación del creyente:
SANTIDAD POSICIONAL
SANTIDAD POSICIONAL
Hay un aspecto fijo en el pasado que determina la santidad de todos los creyentes que van siendo salvados.
Esto se conoce como santificación posicional, efectuado por Dios en el momento en que Cristo muere en la Cruz pagando el precio de todos los pecados.
Y en virtud de esa voluntad somos santificados mediante el sacrificio del cuerpo de Jesucristo, ofrecido una vez y para siempre.
Porque con un solo sacrificio ha hecho perfectos para siempre a los que está santificando.
SANTIFICACIÓN FINAL
SANTIFICACIÓN FINAL
La santificación tiene un segundo aspecto futuro —la santificación final— cuando Dios hace a los creyentes realmente libres del pecado en el cuerpo y en el espíritu para siempre. Pablo aseguró a los filipenses:
En cambio, nosotros somos ciudadanos del cielo, de donde anhelamos recibir al Salvador, el Señor Jesucristo.
Él transformará nuestro cuerpo miserable para que sea como su cuerpo glorioso, mediante el poder con que somete a sí mismo todas las cosas.
En la santificación final, Dios une la naturaleza nueva, librandola del cuerpo de muerte, a cuerpos transformados y glorificados por toda la eternidad.
Esto es apropiado porque es una anticipación del hecho de que «nunca entrará en ella nada impuro».
SANTIFICACIÓN EXPERIMENTAL
SANTIFICACIÓN EXPERIMENTAL
El tercer elemento que define la santificación bíblica es el aspecto experimental, que tiene que ver con la vida cristiana presente y, por tanto, está entre los aspectos pasado/posicional y futuro/último de la santificación.
Es el proceso en el cual los creyentes se esfuerzan, por el poder del Espíritu, en conformarse a la imagen de Cristo.
La santificación experimental es entonces ir en pos de la santidad
Como hijos obedientes, no se amolden a los malos deseos que tenían antes, cuando vivían en la ignorancia.
Más bien, sean ustedes santos en todo lo que hagan, como también es santo quien los llamó;
pues está escrito: «Sean santos, porque yo soy santo.»
Como tenemos estas promesas, queridos hermanos, purifiquémonos de todo lo que contamina el cuerpo y el espíritu, para completar en el temor de Dios la obra de nuestra santificación.
DIOS LO HARÁ
DIOS LO HARÁ
El que los llama es fiel, y así lo hará.
Estoy convencido de esto: el que comenzó tan buena obra en ustedes la irá perfeccionando hasta el día de Cristo Jesús.
¿Tan torpes son? Después de haber comenzado con el Espíritu, ¿pretenden ahora perfeccionarse con esfuerzos humanos?
para presentársela a sí mismo como una iglesia radiante, sin mancha ni arruga ni ninguna otra imperfección, sino santa e intachable.
Él los mantendrá firmes hasta el fin, para que sean irreprochables en el día de nuestro Señor Jesucristo.
Fiel es Dios, quien los ha llamado a tener comunión con su Hijo Jesucristo, nuestro Señor.
¡Al único Dios, nuestro Salvador, que puede guardarlos para que no caigan, y establecerlos sin tacha y con gran alegría ante su gloriosa presencia,
CONCLUSIÓN
CONCLUSIÓN
Y después de que ustedes hayan sufrido un poco de tiempo, Dios mismo, el Dios de toda gracia que los llamó a su gloria eterna en Cristo, los restaurará y los hará fuertes, firmes y estables.